Una temporada más llega a su fin y con ello la marcha del Club de distintos jugadores por diversas circunstancias. Una de ellas, la más habitual o la que supone que más jugadores abandonen el Club y en muchos casos el baloncesto, es la finalización de sus estudios de enseñanza secundaria, la conocida graduación, que supone la marcha de nuestros chicos y chicas a otros lugares para empezar su periplo universitario.
Este año la generación del 99 pone, esperemos, un punto y aparte a su estancia en el Club, una generación amplia con protagonistas que, pese a su juventud, acumulan muchas temporadas vistiendo la zamarra azul del Club Baloncesto Navia. Las luarquesas Laura y Paula y la ribadense Ana son tres de ellas. Jugadoras que pese a ser las que menos temporadas han estado en nuestro Club de esta generación, concretamente dos, han dejado huella por su personalidad, seriedad, implicación y compromiso. Aprovechamos, para agradecer sus servivios al Club, así como el apoyo de sus padres.
Otro caso es el de Ohiane Loy, toda una veterana, con años de permanencia y a la que ya se le dedicaron unas líneas en la crónica del último partido del junior femenino.
Son varios los chicos que se licencian: Marcos, el center de Boronas, un jugador que ha crecido de manera espectacular en sus tres años con nosotros. Junto a él su primo, el francotirador Pablo, que empezaba en el Club en su primera temporada de infantil y ha tenido una gran trayectoria, de la que seguro se puede sentir orgulloso tanto él como alguien por allí arriba… y Damián, un chico que llegó también cuando Marcos y que ha tenido un comportamiento ejemplar en sus tres años en el CBN.
Carlos Suárez es, sin duda, el estandarte deportivamente hablando de esta generación, sin duda el mejor jugador asturiano junior de esta temporada, como así lo ha demostrado tanto en la liga junior como con el equipo senior, confirmándose como un jugador muy importante. Carlos empezaba en el Club en el año 2006 con solo siete años, ¡11 años en el Club!. Carlitos se nos ha hecho mayor.
Finalmente merecen mención aparte los principales protagonistas de este escrito, dos chicos y una chica, que son el verdadero y auténtico ejemplo de la compatibilidad de los estudios con el deporte, manteniendo el máximo e inmejorable nivel en lo primero y cumpliendo con un compromiso y seriedad más que notable con su deporte, su Club y sus compañeros.
Tres jugadores de matrícula
Iria Suárez, empezaba su andadura en el baloncesto en su primer año de alevín, dando muestras desde el primer momento de su facilidad para este deporte. Fue pasando por todas las categorías y destacando siempre en sus equipos lo que le llevo a doblar jornada tanto en su etapa infantil como cadete. Estos dos últimos años ha sido pieza clave en el junior, brillando con luz propia en muchos partidos. Ha desarrollado también la labor de entrenadora ayudante en el equipo benjamín femenino. Academicamente ha alcanzado la MATRICULA DE HONOR.
Javier Villarmarzo, deja tras de si ocho años de entrega, disciplina, humildad y compañerismo. Jugador de equipo donde los haya, llegó a debutar en el senior la pasada temporada, justo premio a su trabajo y progresión. Quizá su temporada más sobresaliente y la de su despegue fué su segundo año de cadete, cuando con la ausencia de Carlos en ese equipo, supo dar un paso adelante y coger galones lo que le hizo madurar mucho. Javi, es nuestra otra MATRICULA DE HONOR.
Pese a hacer una mención más detallada de estos tres jovenes, todos y cada uno de los mencionados anterioremente han resuelto de manera muy brillante esta etapa, y dejan las puertas abiertas de par en par de esa que fue su casa durante tantos años. Queremos mencionar también a otro chico y dos chicas de esta generación, brillantemente licenciados y que tambén llevaron nuestro escudo durante muchos años: Laura Suárez y Eva López, y Diego Villabrille que, al igual que sus antiguos compañeros de Club, también alcanzó el reconocimiento máximo, la Matrícula de Honor.
A todos y todas ENHORABUENA Y MUCHA SUERTE.